El suelo pélvico lo constituyen una serie de diafragmas musculares que cierran la pelvis para evitar la herniación o la salida de vísceras internas como el recto la vejiga o el útero.
Con la edad y los partos este diafragma se daña y se produce la herniación o salida de la pared de la vagina que limita con la vejiga (cistocele), la pared de la vagina que limita con el recto (rectocele) o incluso en casos más severos el útero (prolapso uterino), acompañados en muchas ocasiones por incontinencias de orina de esfuerzo (escapes de orina con la tos, o al hacer fuerza), incontinencias de orina de urgencia (sensación imperiosa de orinar y no llegar al sitio a tiempo) o en la mayoría de los casos mixtas (una mezcla de las dos).
La corrección de estos defectos anatómicos y la mejora de la incontinencias de esfuerzo, se realiza quirúrgicamente. De todas formas solo se debe reparar si existe una molestia por parte de la paciente importante. No se debe pretender por ello una reparación solo por estética, por lo que no abogamos por reparar defectos mínimos sino solo intervenir en casos en los que la paciente ve comprometida su actividad diaria por dicha anomalía.
Las técnicas de incontinencia no son efectivas al 100%. Su efectividad ronda el 80-85%. No se deben reparar por ello aquellas incontinencias mínimas que no suponen una molestia para la paciente. Pese a haberse descrito numerosas técnicas de reparación desde hace 30 años.
La tendencia es al abandono de muchas de ellas. Hoy en día la reparación de la incontinencia de esfuerzo que es producida por la falta de soporte del suelo vesical, se consigue suplementando un ligamento artificial que soporta este suelo y que se coloca sin tensión sub-uretralmente a través de unos pequeños orificios con un ingreso hospitalario mínimo (técnica de la T.V.T y T.O.T), ambos son realizados por nosotros.